Culpas e inocencias

Un fuego ardiente recorre mi piel. Odio. Temor. Me miro al espejo y veosombras que se esconden dentro de mis ojos oscuros. Aprieto mi puño derecho.Suspiro profundo. Mi mirada queda perdida en la nada. Miedos. Una parte de micuerpo se extiende en el aire y se dirige directo al vidrio (el mismo que dabaun falso reflejo de mi rostro). Gotas de sangre recorren mis brazos. Silencio.Dolor. Segundos más tarde la noche me vería desplomado sobre el frío suelo dela pequeña habitación. Pienso en el futuro, pero después logro recordar que yano existe porvenir alguno para mí. Una tierna melancolía comienza a entrar enmi interior, mas termina muriendo al instante. Al igual que mis ojos, que ahorase cierran lentamente. Al igual que mi paciencia.  Al igual que mi pálido corazón. Y las lágrimas se mezclaban con la sangre. Y elpasado ya era historia. Sin odios. Sin silencios. Sin vida.

Veo la luz (creo) y viene a mi memoria la paz que nunca había llegado asentir. Veo que no fue culpa mía; que se podía haber resuelto todo si ellos mehubiesen acompañado; si escucharan mis palabras; si pensaran más en mí; si hubieranquerido ayudarme. Dicen algunos que la muerte es un problema (ellos no sufren).Dicen otros que la muerte es la solución (ellos no viven). Yo digo solamente quees una realidad, mi próxima realidad, la realidad que todo el mundo deberáafrontar; pero no soy yo el culpable de ello. ¡Soy inocente del sufrimiento queme aqueja! ¡No fue mi culpa! ¡NO FUE MI CULPA!...