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Pensé en morirme, pero era demasiado tarde ya como para dejar  los problemas a un costado del camino. Pensé en volver el tiempo atrás, pero no supe como hacerlo. Miré mis manos vacías y lloré por unos cuantos minutos. Tiré mi cuerpo al suelo, y comencé a dar vueltas a lo largo de toda la oscura habitación. Tomé una hoja en blanco, y mi mente vacía no me lanzaba ni una sola idea. Dejé pasar los segundos, y escribí, sin buscar la solución a mis problemas. Y leo el futuro, aunque los demás no me tengan confianza. Y confío en mí, a pesar de que nadie más lo haga. Y pienso en no morirme, y lanzo los problemas a un costado del camino. ¿Acaso soy el único que cambia en la vida? ¿No es verdad que tenemos miles de caras y que las mostramos de a una según la situación? ¿No piensan quizá que quien posee una sola cara es demasiado predecible? ¿Aburrido? ¿Sincero hasta la exageración? Yo soy así, un géminis andante, una moneda de cien caras. ¿Acaso ustedes no son iguales?, yo creo que si, solo que temen rosar la hipocresía.  Y bueno, esta vida es así, quizás la próxima será mejor.

Un día lluvioso

En el que mis ojos nobrillan,

Un poema triste

En el que mi alma se incrusta.

Y miro hacia atrás

A la espera de uncercano fin que no llega,

En busca de LaSolución… pero nada.

Junto a mi sombra,pero en soledad,

Frente al reflejo queel espejo devuelve,

Hablando solo, cualloco que no conoce

El ruin motivo de suexistencia mundana.

Y miro hacia adelante

Y veo un camino llanoy desierto,

Que espera por mí

Tal vez para alzarmeen andas

Tal vez para acabarcon los pocos restos

que quedan de mí.

Y cierro los ojos,

Para no sufrir máslos avatares de la vida.

Pienso en algo bello

Pero nada se me vienea la cabeza.

Un fuego ardiente recorre mi piel. Odio. Temor. Me miro al espejo y veosombras que se esconden dentro de mis ojos oscuros. Aprieto mi puño derecho.Suspiro profundo. Mi mirada queda perdida en la nada. Miedos. Una parte de micuerpo se extiende en el aire y se dirige directo al vidrio (el mismo que dabaun falso reflejo de mi rostro). Gotas de sangre recorren mis brazos. Silencio.Dolor. Segundos más tarde la noche me vería desplomado sobre el frío suelo dela pequeña habitación. Pienso en el futuro, pero después logro recordar que yano existe porvenir alguno para mí. Una tierna melancolía comienza a entrar enmi interior, mas termina muriendo al instante. Al igual que mis ojos, que ahorase cierran lentamente. Al igual que mi paciencia.  Al igual que mi pálido corazón. Y las lágrimas se mezclaban con la sangre. Y elpasado ya era historia. Sin odios. Sin silencios. Sin vida.

Veo la luz (creo) y viene a mi memoria la paz que nunca había llegado asentir. Veo que no fue culpa mía; que se podía haber resuelto todo si ellos mehubiesen acompañado; si escucharan mis palabras; si pensaran más en mí; si hubieranquerido ayudarme. Dicen algunos que la muerte es un problema (ellos no sufren).Dicen otros que la muerte es la solución (ellos no viven). Yo digo solamente quees una realidad, mi próxima realidad, la realidad que todo el mundo deberáafrontar; pero no soy yo el culpable de ello. ¡Soy inocente del sufrimiento queme aqueja! ¡No fue mi culpa! ¡NO FUE MI CULPA!...

Siempre dije que la vida es un recipiente lleno deesferas que intentan hacerse lugar entre los pocos espacios vacíos. Así es comocada uno de nosotros tenemos un objetivo y un propósito, a veces demasiadomarcado. Una razón por la cual queremos defender nuestro lugar en este inmensojarrón.

En mi caso, creo que si aún sigo aquí no es porquetenga fuerza de voluntad, sino que lo único que me ata a estas tierrasson las palabras; aquellas palabras que suelen darme esperanzas para poderseguir caminando tranquilamente; aquellas palabras que fueron para mí como unconfesionario en el que yo podía desahogarme y soltar mis penas al aire.

Si bien todo en mi vida suele tornarse demasiadoconfuso, en mi infancia aún era más imposible para mí poder descubrir cualeseran las cosas malas de la vida: sólo sufría de a ratos sin darme cuenta de lo queme pasaba. Para ser sincero, era un pobre niño que sonreía demasiado y pensaba muy poco. Humildemente, ya comenzaba aderrochar algo de inteligencia aunque aún no sabía como utilizarla.

Podría decirse que ya desde el momento en que nací eraun gordito simpático. Unos años más tarde, en la adolescencia, seguíantratándome de la misma manera, mas no es esta una historia que deba relatarahora. Decía entonces que al nacer era un muchachito un poco más grande que de locomún. Hasta el momento era hijo único, por lo que recibíabastante atención por parte de mis padres. Aunque el hecho de que poco tiempodespués haya nacido mi hermano no me dio muchas oportunidades para disfrutar.

El pequeño Damián era alguien muy diferente al que renacería unos años después. Tal vezpuedan encontrarse algunas cosas en común entre estos dos seres que formanparte de una misma persona; pero el análisis psicológico de mi vida no es temade este texo. Es fácil de imaginar que los recuerdos míos de cuando era bebéson muy pocos.  Todoestá perdido en mi cabeza, como un sueño que formó parte de alguna nochelluviosa y del que sólo quedan pequeños retazos.

Igualmente, aunque aquellos días giran por mi mentecomo recuerdos borrosos, puedo afirmar que por aquel entonces ya comenzaba aformarse dentro de mí (sin que yo me diese cuenta, por supuesto) el joven que,años después, empezaría a gestar cambios importantes en mi vida. Algún que otroacto que comenzaba a darle forma, lentamente, al individuo que terminaría dehacerse presente recién unos años más tarde.